3 feb 2010

Nuestro mundo, un hormiguero

Si me conoces bien sabrás que tiendo a teorizar cosas. Si no me conoces muy bien, ahora lo saber. Teorizo cosas.

Mi mas reciente teoría es compuesta por mi inhabilidad de explicar las cosas sumamente irónicas que suceden en la vida. Es por eso que el día de hoy, la humanidad entera se reduce a un hormiguero.

En algún momento de tu vida infantil, seguramente (y esperando que con mucha precaución) te sentaste a un lado de un hormiguero a observar el ir y venir de las hormigas. En un principio vez la actividad y el movimiento general, pero pronto decides concentrarte en un grupo selecto de hormigas y probablemente decidiste ponerles comida, o complicarles el camino. Básicamente pasaste un buen rato poniéndole atención a esos pequeñitos insectos, esos pocos selectos de todo el hormiguero.

Pero parte de la infancia y de observar las hormigas viene relacionado a la siguiente información privilegiada: si tienes una lupa y consigues el ángulo del sol perfecto, puedes quemar a las hormigas.

Básicamente lo que estoy diciendo es que nosotros somos de esas pocas hormigas privilegiados a los que el ser grandote de allá arriba (que no alcanzamos a distinguir, y que en este caso es un niño), le presta atención. No solo le presta atención, le pone hojitas en el camino, le pone parte del dulce para que lo coma, les presta mucha atención, son hormigas privilegiadas. Pero como son a estas hormigas las que sostienen la mirada, son aquellas las que probablemente serán quemadas.

Es aquí donde se presenta la ironía de que en un comienzo hay más atención y privilegio, pero pronto, por lo mismo, te quemarán.

Fin.